LOS CARDOS Y LOS "CARIS"


  Esto es un eryngium campestris o, en román paladino, un cardo, concretamente un cardo corredor o setero, que además tiene muchas propiedades beneficiosas. 




 Así que vaya por delante que yo, aunque sin espinas aparentes a la vista, soy de naturaleza parecida. Derívese a más agreste o abrupta en días revirados y, en modo habitual, con tendencia a mantener las distancias, salvo en circunstancias de mucha confianza o en las más íntimas. No porque vaya a pinchar a nadie, para eso a veces es más efectiva una mirada que una espina, sino para que no me pinchen a mí ni por defecto ni por exceso.

   Dicho esto, la cuestión es que en absoluto rechazo muestras de afecto, cariño, amor y similares si no son excesivamente empalagosas o repetitivas, pero será difícil que salgan de mí en igual medida. Además, a estas alturas de la película, a la gente que me conoce (familia, amigos...) le sorprendería sobremanera que de repente me diera por el achuchón, el besuqueo o el toqueteo a diestro y siniestro. 


   Esas efusividades solo consiguen sacármelas -en mayor o menor medida y también según el día-:


  • Los niños. Mis sobrinas, por ejemplo, que ahora son pequeñas y están para comérselas, pero crecerán y me harán menos gracia. O más. Quién sabe...
  • Y los perros, que mi vena Lord Byron cada vez se me hace más grande. 

(Chiqui, angelico, te seguimos echando de menos...)

  • Bueno, y algún que otro animalito macho de dos patas que me ha podido tocar el corazón. 
    Pero en cualquier caso son las justas y precisas.

  Y para que existamos especímenes como yo tiene que haber los opuestos, es decir, los que se pasan el día de beso en beso, toque en toque si les pones el brazo lo suficientemente cerca, achuchón en achuchón o glucosa perenne en la lengua. Y yo, sinceramente, siempre he sido más de jamón serrano que de pasteles. 

   No obstante, entiendo que esos gestos y maneras son inconscientes o propios de esa persona en cuestión, en fin, de su naturaleza que también a veces puedo envidiar, aunque no sé cuánto tiempo la soportaría en mí. Por ello, supongo que prefiero la expresión de sentimientos y emociones por escrito. Es otra forma no tan directa pero igual de verdadera, y a mí me cuesta menos. Además, quien me haya leído hablando por bocas y desde corazones ficticios sabe que puedo ser la más romanticona, cursi, empalagosa, efusiva, dramática y peliculera del mundo mundial.


       

   Y también comparto el mismo punto de trastorno bipolar que nos ataca a todos en ocasiones. O sea, que disfruto con la misma fascinación, intensidad y emoción por ese victoriano señor Rochester, tan ciego a causa del fuego como de amor infinito al final de Jane Eyre, que por el poli alcohólico y medio salvaje Harry Hole desgarrándose la mejilla con un clavo de la pared para librarse de un diabólico instrumento de tortura que puede reventarle la boca.




   En fin, la dualidad y los contrastes del bicho humano. Pero a lo que voy, que divago. 


    Una cosa, decía, es la naturaleza más o menos amable, seca, dulzona o sencilla de cada cual y otra es la moda de acompañarla con ciertas expresiones lingüísticas o apelativos que últimamente, y en mi humilde opinión, se han convertido en el colmo de la cursilería

  Sábado pasado por la mañana. Día festivo y fresco. Idea de hacerme con un soporte para el ordenador y dar una vuelta porque algo más caerá además de los arenques a la mostaza en la tienda a la salida. Madrugo. Paseo a la estación. Una hora de tren y metro hasta el Parque del Oeste en Alcorcón. La bandera azul de cruz amarilla ondeando a las puertas del emporio vikingo de Ikea




   Con la de casas y ciudades que saquearon y arrasaron sus poco civilizados antepasados y cómo los han redimido ahora sus pulcros tataranietos resarciendo a los agraviados descendientes de sus víctimas de toda Europa con la provisión de tanto mueble y accesorio para el hogar. Minimalistas, asépticos, funcionales y liberales, tan liberales que te los montas tú mismo. Si puedes.


   Pues eso, que llego a la hora de desayunar. Solo por lo que cuesta un bollito de pan calentito con jamón ibérico (ah, el jamón…), tomate, aceite, sal y un capuccino ya merece la pena el viaje.



   Termino y me voy al lío, que a partir de las once y pico ni festivo ni nada de nada: el personal empieza a bullir porque hay gente para todo y más para pasar el día en Ikea. Así que me pongo a hacer el recorrido de perfecta precisión sueca, y no te salgas ni un milímetro del pasillo porque te pierdes o te arrollan. Pero lo dicho, el personal no tardó en sumarse. 

   Y ahí vamos: la fauna que pulula por Ikea es de todos los colores, lenguas y edades, sin embargo, predominan las familias con niños y sobre todo las parejas que se van a casar, a vivir juntos o están renovando el apartamento. Todas suelen ser más o menos jóvenes y tendentes, como digo, a seguir las modas de lo que se oye por el mundo en cuestión de apelativos cariñosos que dedicarse. No son los únicos, por supuesto, pero es a quienes más se lo estoy escuchando. En concreto, esa mañana fue al 80 % de los que me crucé y, en particular, a ellas.

   Sí, eso es: los



   Ya no tienen un nombre, ni ellos ni ellas. Toda la vida llamándonos "cariño", "cielo", "amor", "corazón", "tesoro", etc., vaya, lo normal, y superados o abandonados los "churri", "cosita" y otras abominaciones. No, ahora somos "caris". Y lo mejor es que solo es un apócope de ese precioso "cariño". 

   ¿Por qué la eliminación de una simple sílaba puede cambiar tanto la percepción al oído? O preciso mejor: a MI oído. ¿Será la tendencia actual a cargarnos palabras por ahorrar tiempo en la instantánea comunicación virtual en móviles y, ya por extensión y dejadez, en cualquier sitio? ¿De verdad suena bien, o más afectivo, más "cariñoso", más cercano? ¿O solamente soy yo a la que le parece una CURSILERÍA con mayúsculas? Incluso dependiendo del contexto y si se dice más o menos adrede para acentuar el matiz irónico o peyorativo, ¿es necesario? Igual una vez tiene pase, pero más...

  Repito: fue el 80 % de "caris" delante, detrás, de chicas de la mano del chico correspondiente, pero también de maridos bien criados —que ya tiene delito— hacia sus señoras para llamarles la atención sobre tal estantería del fondo o el tamaño del armario para la cocina.

  Pero la moda también se da en relaciones de amistad, aunque me parece que exclusivamente en las femeninas. Ya solo me queda por ver, u oír, a maromos tratándose de "cari", que no digo que no haya, líbreme Dios de que me tachen de sexista en este tema, que ahora todos/as somos iguales/as, pero vamos, como poco se me antojaría raro. No obstante, todo se andará. Aunque también tengo la esperanza de que, como cualquier moda, acabe pasando y la gente vuelva a sus "cariños", "amores", "cielos" y "corazones" de toda la vida del Señor.


   Por mi parte, para estas cosas, y como buen eryngium manchegum campestris, tengo resistencia, propiedades curativas de tontería y no suelo caer en la trampa. Además, cuando se han dirigido a mí con esos "caris", sé que ha sido con afecto verdadero e inconsciencia de mi opinión al respecto del uso del palabro. Y ahora seguiré encantada si me los vuelven a decir, pero, por favor, el "cariño" ENTERO me gusta más y con un te quiero me sobra y me basta. Me ha llegado, de verdad, y lo agradezco de corazón. Por mi parte, también os sigo queriendo igual y mucho, aunque no os lo diga u os lo diga UNA VEZ y ya ;-).




Fotos: Google - Imágenes

Comentarios

  1. Mariola, que yo a veces utilizo el término "cari", glubsssss, jajajajajaja. La próxima vez, digo o escribo, más bien escribo, cariñito

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  3. ¡Ja, ja, ja! Déjalo. Me conformo con saberlo 😄.

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  4. Bravo cariño!!!!!! jajajaja No, ahora en serio, me ha encantado. Algunas cosas chirrían tanto que hasta retienes el aliento. Y los sentimientos no tienen la obligación de demostrarse cada segundo.
    Intentaré poner todo en práctica que yo soy un poco melosa, lo confieso.
    ;)

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  5. No, no, aquí cada cual que sea como es, que tiene que haber de todo en esta viña del Señor, ¡ja, ja, ja!

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  6. Genial exposición de afectos a medio hacer, al menos lingüísticamente hablando. Muy bueno, querida. :)

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  7. Gracias, Melibea. Un placer entreteneros :-).

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