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1987. La banda sonora de un año muy especial.

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He empezado el mes de mayo algo nostálgica.  De vez en cuando se echa la vista atrás y pasan tres cosas: una, que suspiras porque puedes hacerlo; dos, que das gracias porque puedes recordar. Y tres, que ojalá puedas seguir haciéndolo en otros 30 años, tanto suspirar como recordar. En mayo de 1987 me quedaban dos meses para los 17 años. O sea, plena adolescencia, donde hay y te pasan demasiadas cosas, quizás porque estás empezando a descubrirlas. Unos lo hacen antes y otros después. Y hay quien nunca lo hace. A mí me tocó entonces. No fui ni una pavisosa, ni tuve mucho pavo (o el justo), pero sí empecé a pelar la pava. Y, claro, pelando la pava una se enamora por primera vez. Y ya se sabe que como la primera vez no hay ninguna.  Pero esa es otra historia demasiado larga -y ya escrita en su momento-, que se queda para mis herederos. O que novelaré algún día. Hoy solo me iré a la banda sonora que envolvió esa adolescencia. Hubo para todos los gustos, y ahora, cuando escuc