LA INSOPORTABLE TONTERÍA DEL SER MÓVIL
Dijo el Carpintero en una de sus más famosas sentencias eso de que
quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. De modo que no seré yo
quien lo haga en este asunto porque pertenezco también a esta fauna móvil. Me ha pillado
ya un poco mayor, pero la tontería no entiende de edades, fronteras o
dimensiones estelares, así que algo se te pega. Y como dice el dicho más
prosaico, no suele ser la hermosura.
En mi descargo debo decir que todavía no me he tragado una farola
caminando con el bicho en las manos, ni me han pitado en un paso de peatones ni
se me ha quedado el cuello en posición "muerte del loro" mirando el
aparatito en los andenes del tren o la parada del autobús. Ni sufro de tendinitis
en los dedos como las criaturas jóvenes que teclean como si les fuera la vida
en ello, que igual les va porque un día irán de cabeza a las vías. Pero ese
vistazo furtivo, ese "yo tenía que mirar
algo", el "¿qué hora es? Ah, una notificación", pues sí, eso sí,
lo reconozco.
Sin embargo, el espécimen que me enerva es el que va hablando a
grito pelado ya sea por la calle (que con el manos libres además no escatima en
aspavientos), en el autobús (que son incontables) o en el tren (los más
inaguantables), en especial cuando se cruzan las conversaciones o se oyen los horrorosos politonos de más llamadas.
Una viaja en tren a diario, feliz cual codorniz, en su asiento de
ventana preferiblemente. Por las mañanas, con la radio y el sopor que aún dura; por las tardes, de vez en cuando con el de la
siesta que, en verano, es mucho peor por muy fresquito que vaya el tren. Pero normalmente
voy leyendo. El público, en ambos momentos del día y en las horas que yo viajo,
suele ser callado y tranquilo. Amodorrados muchos, otros con los cascos
y la musiquita. A estos últimos también dan ganas de tirarlos a las
vías cuando, hasta a diez metros, puedes reconocer perfectamente el ritmo machacón de, por ejemplo, David Guetta o un
plasta similar.
Pero el que es insoportable de verdad es el que se sube con el
telefonito o, mucho peor, el que ves que nada más sentarse, lo saca con
parsimonia, busca, llama y se recuesta en el asiento porque la cosa va
a ir para largo.
Aquí la cuestión de sexos es irrelevante porque ser gilipollas y pelma es atributo humano. Sacan los mismos
instintos homicidas la señora compuesta o arrabalera que se sube en Atocha hablando
de la compra, del marido o de la cuñada con la hija, la madre, la amiga o la otra
cuñada hasta Ciempozuelos. Y también el macarrilla que se pasa dos horas quedando
con los colegas, la pija de las eses eternas y risa estúpida o la choni hortera
y malhablada.
Pero el que se lleva la palma es el treintañero trajeado.
Estos sí
suelen ser animalitos machos en su mayoría que acaban de salir de la oficina echando pestes, pero llaman inmediatamente allí para seguir con los balances o rajar del inútil del
compañero, que no tiene ni puta idea de nada (lo de puta idea lo recalca subiendo más el tono) y le hace comerse todos los
marrones a él, que siempre le toca arreglarlos y es un mártir. A veces el pollo en cuestión se me
ha sentado en Nuevos Ministerios y juro y perjuro que no ha terminado hasta
Aranjuez.
Y una va intentando centrarse en lo que lee, pero a veces lo más suave que
se te ocurre es estamparles el libro (o el Ipad, que pesa más) en la cabeza. Lo
más fuerte me lo callo, pero conociéndome las influencias literarias más oscuras, la eficacia con la 38 por parte del más que amado, admirado e idolatrado forever and ever agente Bud White o regalar una manzanita como esa de Leopoldo, invento de la diabólica mente del amigo Jo, son lo menos para lo
que se me ocurre hacerle al energúmeno.
En fin, es una sensación que me parece que compartimos muchos y me
desahogaba contarla. Y es que ya hemos perdido la vergüenza para todo,
pero también estamos convirtiendo todo en una exhibición casi obscena de sentimientos, emociones o simples banalidades que resulta que no interesan a nadie. Ni tenemos por qué aguantarla, por lo menos yo. Lo malo es que o tampoco nos importa ya o me estoy haciendo mayor y más intolerante con la tontería esta. Va a ser eso.
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ResponderEliminarHola, Mariolita, te felicito por tu blog divino y ya me he estrenado con tu simpar entrada. Lo del "Carpintero" me suena, jajajaj. Que jodía eres. Te deseo lo mejor para tu blog. Ya me pasaré a leerte un ratito. Me he reído con lo de la insoportable tontería del ser móvil.
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