Mis tres series del verano. Polis macarras, depredadores televisivos y mucho olfato del este


A este verano aciago y perfectamente olvidable le quedan dos siestas. Y si tengo que salvar algo será un mínimo entretenimiento televisivo. Lo justo para eso mismo, evadirse y pasar el rato. Aunque miento, también para hacer oído y practicar lenguas, que lo de la parla sajona bueno va, controlarla la controlo, pero la teutona y la rusa ya son harina de otro costal. Así que me anotaré algún punto más por la curiosidad y el esfuerzo, que el germano es imposible y lo del ruski es de matrícula de honor. Eso sí, me emociono cada vez que pillo un priviet, un dasvidanya, un dobroye utro o un spasiba. (De algo me sirvió la documentación para Los lobos y la estrella).

Han sido tres series, con diferencias de calidad, pero eficientes en su género. Y es que no soy ni de los Falcon Crest de dragones ni de series enrevesadas (las de para listos, como dice mi cuñada, a la que le mando un beso). La que subo al pedestal... ¿alguien lo duda si está por ahí el dios todopoderoso Crowe? Pues eso. Pero no me enrollo más y las repaso ya.

El último poli duro

Essen. Germania. Un joven poli de los 80 pasa en coma 20 años a causa de un disparo en la cabeza y despierta en la actualidad. Lo ha dejado su mujer, tiene una hija a la que no conoce más que de bebé y el mundo alrededor obviamente ha cambiado. Pero él sigue siendo el mismo. A saber: un macarra, un chulo, el que siempre se salta las normas y babea sin vergüenza mirando tetas y lo que haya que mirar de las mujeres. Si puede pillar cacho o arrimar material, pilla y arrima, claro, después de 20 años ya me contarás... O sea, el bestia parda que primero da y luego pregunta. En definitiva, para los repulidos y políticamente correctos cánones del siglo XXI, lo PEOR. Así que te cae bien. Y mejor cuando le ponen al típico compañero niñato y puntilloso al lado.

Pero los clichés son los clichés, y ni el compa picajoso es tan insoportable y ni el mala bestia es tan mala bestia. Así que se terminan complementando, son unos hachas resolviendo los casos, que son lo de menos, y sus vidas personales se van entremezclando con las tramas.

Van por la quinta temporada, ya mucho más elaborada y medio en serio, aunque en este país de pandereta la han estado poniendo en las autonómicas y si no repiten los capítulos, te los mezclan de una y de otra, con lo cual es un cachondeo. Y casi lo mejor es la maravillosa banda sonora que no para de sonar en ningún momento: todo temazos del rock y el pop de los 80 en especial anglosajones, pero también algún germano, que hace las delicias de los que amamos esa música. Solo por eso merece la pena echarle un vistazo. Y por el animalito protagonista, ese 4 x 4 alemán que se llama Henning Baum. Un angelito de los míos, que no es ser precisamente guapito de cara.

The Sniffer

Es que si pongo El Olfateador (traducción literal) como que no suena tan bien. La serie es ucraniana y los actores son estonios, ucranianos y rusos. Y escucharlos en versión original es eso, una pasada e imposible. Pero mola.

Tiene una factura más que notable, con por ejemplo la fotografía de Graham Frake (el director de fotografía de esa obra de arte y una de las mejores series de televisión que se han hecho que es Downton Abbey), unos muy buenos efectos especiales, tramas interesantes y, sobre todo, lo que sigue funcionando en cualquier serie que se precie: un par de personajes protagonistas con carisma que son totalmente distintos pero se complementan. 

También cuenta con un exitazo colosal en aquella parte del mundo. De hecho, los espectadores rusos se cabrearon mucho cuando la televisión ucraniana decidió prohibir su emisión durante el conflicto de Crimea. Y a su favor también tiene la curiosidad de los espectadores europeos más de por aquí, poco (por no decir nada) habituados a las series negras de esos lares.

La están poniendo en Energy (los lunes a las 20:00 y con maratón de episodios) y también en YouTube, en V.O. y con infames subtítulos en inglés. O sea, que lo mío es de cum laude cuando los veo por ahí. Tiene 3 temporadas y la protagonizan el estonio Kirill Käro, estrellón de por allí, y el ruso Ivan Oganesyan, que clavan sus personajes.

Oganesyan es el inspector jefe Víctor Lebedev, de la policía de Kíev, el típico mujeriego y fanfarrón, pero cumplidor, leal, contundente y eficaz, que cuenta con el respaldo de ese jefe paternal que le saca siempre las castañas del fuego cuando mete la pata. 

Y Käro es el Olfateador (no sabemos su nombre), un detective privado que colabora y trabaja con la policía por su singular cualidad o maldición, según como se mire: tiene un olfato hiperdesarrollado que le permite identificar cualquier olor, situarlo y describirlo en las escenas de los delitos o crímenes que tienen que investigar. Pero le cuesta un precio muy caro en su vida personal: vive en un entorno aislado y aséptico, lo pueden atacar diversas alergias (la peor es a los gatos) y se pasa el día encontrando miles de motivos para no comer o beber de esto o de aquello, y poniéndoles malo el cuerpo a los demás, claro. 

Eso por no hablar de los problemas en sus relaciones sentimentales. Está divorciado de una exmujer que le hace mucho la puñeta y tiene un hijo adolescente que también lo lleva de vez en cuando por el camino de la amargura. Lo mejor, que también cae bien. Por lo estirado, lo sabelotodo, lo repelente y lo borde que es, algo que muestra perfectamente también el físico del actor con su gesto de perpetuo fastidio, desagrado y resignación

O sea que sí, que se puede ver, que ya los títulos de créditos llaman la atención y que acompañan mucho las tramas, la ambientación y el tono que tienen por aquellos pagos. 

La voz más alta 

Qué puedo decir. A ver... Russell Crowe. Y ya para qué seguir, es razón suficiente para verla. Pero es que, como suele ser habitual en todo lo que hace este TIPARRACO, lo que tiene alrededor se engrandece y derrocha calidad, como el resto de un reparto excepcional, sobre todo el femenino. Naomi Watts, Annabelle Walis y Sienna Miller son un trío fantástico de personajes reales que no le pierden la cara al monstruo (en sentido literal y figurado) que se les pone delante.

Magnífica serie de Showtime sobre la vida, milagros y escoria de Roger Ailes, el todopoderoso ejecutivo de Fox News, que murió en 2017 y cuyos trapicheos, manejos, abusos de poder y acoso sexual a cualquier mujer que tuviera a tiro reflejó en una biografía el periodista Gabriel Sherman.

Montaje de primera y narración sin trampa ni cartón de una historia vital tan deleznable como atrayente de contar y ver gracias al sublime trabajo actoral. De Russell tengo un artículo pendiente que será para el año que viene, pero es que serían cientos sobre el talento y la capacidad de desaparecer en personajes y humanizarlos hasta niveles insospechados de lo que se esperaría con bichos reales como fue Ailes.

Así que para esos fans que conozco de toda la vida (supuestamente) que se han ido quejando con el tiempo de que si hace menos cine, más malo o está más gordo (sí, ¿qué pasa?, puede estar como le salga de la punta de los... pelos), solo puedo decir que hagan el favor de verla y se dejen de gilipolleces. Siempre merece la pena.

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