EL ALCALDE DE ZALAMEA. CNTC, 2015. Clásico eterno.

"PERO EL HONOR ES PATRIMONIO DEL ALMA, 
Y EL ALMA SOLO ES DE DIOS"
(El alcalde de Zalamea, Jornada I, escena XVIII)

  Y don Pedro Calderón de la Barca se quedó tan ancho cuando escribió esta frase y la puso en los labios de su tocayo Pedro Crespo. Al acabar la obra se debió de quedar todavía más ancho. Igual se olió que firmaba un clásico por excelencia que, cuatrocientos años después, se sigue representando con toda la fuerza y significado de sus conceptos universales: el orgullo, el honor, el respeto y la justicia.


   
   Esa es una pequeña muestra de lo de anoche en el restaurado Teatro de la Comedia, sede habitual de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que hasta el 20 de diciembre está representando esta obra maestra del Siglo de Oro. 


(Fotos de Nuria Álvarez)
   
   El protagonista es ese animal de las tablas y prodigio natural llamado Carmelo Gómez, cuya imponente presencia física, su mirada tan enorme y esa voz tan poderosa volvieron a llenar un escenario. Estoy pensando hacerle sección habitual en este blog por estar copando el otoño de trabajos magistrales: La playa de los ahogados en octubre y ahora este Pedro Crespo de ponerse a sus pies en reverencia sin fin.


   He visto a Carmelo en teatro menos de lo que quisiera, pero lo visto ha sido siempre magnífico (La cena y Días de vino y rosas). Su interpretación de anoche fue impresionante, de esas que, cuando termina la obra y sales en medio de una nube de emociones, admiras maravillada y sabes que seguirás recreando. Por la capacidad de golpearte y emocionar, de hacerte reír también. Pero, sobre todo, envidias ese talento para la transformación, la transmisión de energía y sentimientos que solo los grandes actores saben conseguir. Y Carmelo Gómez es uno de los grandísimos pero tan escasos en el panorama patrio contemporáneo. Es de esos que, al menos una vez, tienes que ver en directo para comprobar que es verdad que hay gente que despide esa energía y llena el espacio que pisa. Lo llaman carisma también. Te suele llegar desde una pantalla, pero si tienes la suerte de ver a esos elegidos, te das cuenta de que también es algo físico aunque no lo puedas tocar. Hay muy muy pocos que la poseen y, claro, cuando están cerca -y anoche don Carmelo lo estuvo- te alcanza de pleno.

   Si, además, te presentan un montaje excelente por su sencillez pero efectividad, una muy buena adaptación del nunca cómodo verso del Siglo de Oro y una dirección con ritmo y engranaje sin pausas, y el elenco alrededor está en estado de gracia, te salen dos horas de verdadero arte y lección DEL MEJOR TEATRO.

   Porque todo el elenco está magnífico, destacando, en mi opinión, el genial Joaquín Notario, un inmenso don Lope de Figueroa, y cuyas escenas con Pedro Crespo son antológicas, quizá porque el texto de Calderón es también el mejor cada vez que ambos personajes se dan la réplica. En ellos dos se resumen todas las clases de honor y orgullo que pueden darse en el ser humano pero que, en realidad, solo es uno, o el mismo. La misma tozudez, el mismo sentido de la justicia, el mismo valor desde dos mundos enfrentados que se empeñan en prevalecer sobre el otro y precisamente no entienden que son el mismo.


  
   Y Nuria Gallardo está fantástica como Isabel, la hija mancillada de Pedro Crespo, cuyo monólogo y momentos más dramáticos compartidos con él son tan emocionantes como emotivos.


   También está muy bien Jesús Noguero, en su papel del canalla capitán don Álvaro de Ataide, capaz de hablar de amor en los términos más apasionados (su monólogo narrando lo que puede pasar en solo un día es otra escena inolvidable) y de las artimañas más viles para conseguir a Isabel y después desencadenar la tragedia y su posterior fin.
  Pero, repito, están todos fabulosos, desde la soldadesca de los Tercios hasta el hidalgo lechuguino y muerto de hambre don Mendo y su pobre criado Nuño, que ponen la nota más humorística. 

   Así que recomiendo a todo el mundo que, si tiene oportunidad, vaya a verla. En realidad, no ya este montaje con estos actores, sino el propio clásico, este Alcalde de Zalamea que nunca pasa de moda y es universal, una joya del siglo más glorioso de las letras españolas.

  Para acabar, esta selección de escenas.




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Comentarios

  1. En un día tiene el mar tranquilidad y tormento.
    Redonda crónica Mariola, he vuelto a revivir todo este maremagnum de sentimientos gracias a ti. Y una cosa está clara siempre admiraremos a los grandes, a Calderón, a don Carmelo y al resto del elenco.
    En un día se pueden vivir mil emociones y lo mejor, vivirlas en la mejor compañía.

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  2. Una crítica maravillosa para una obra excelente y sobre todo para un día espectacular con la mejor compañía, y no me refiero a la del teatro clásico, que también lo es.

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  3. Por supuesto un placer haberlo compartido con vosotras. Que se repitan muchos más.

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  4. Gracias Mariola por visitarme en www.merchecamacho.WordPress.com y traerme así a tu página. Me ha encantado, enhorabuena!

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