A DÍA DE HOY ESTOY "CONVENCIDA QUE" EL CONJUNTO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA VA A TODOS LOS EVENTOS
Igual es que como don
Pedro Botero anda este julio con las calderas hirviendo más de lo normal, tengo
los sesos derretidos y el humor echado a siesta. Pero afectada por calor
infernal o no, ya me he resignado. La pobreza de estilo, los errores
lingüísticos y la cultura en general más limitada que por el IVA siguen campando
por sus respetos en el panorama patrio.
No culpo a los medios de comunicación precisamente
(culpo, que es más fácil que “culpabilizo”, por Dios), porque son
solo los mensajeros de la última declaración, ocurrencia o gilipollez del
individuo de turno que se les pone delante, en buena parte nuestros insignes políticos, que son los que más juego dan. Pero sí los culpo por hacerse eco simplemente sin preocuparse por la corrección o el estilo en la redacción que luego
queda para la posteridad, sobre todo en medios impresos; los digitales, o la
radio y la televisión tienen más difícil arreglo por la relativa inmediatez.
Si añadimos que ahora todo
bicho viviente pulula por internet leyendo y comentando —otra cosa es que se
entere de lo que lee o se dé cuenta de cómo está escrito y, el quid de la
cuestión, que le importe—, pues tenemos un caldo de cultivo cada
vez mayor de errores, circunloquios, eufemismos, contaminaciones de otros
idiomas y atropellos varios al lenguaje que nos parió. El clímax se encuentra en los comentarios de
lectores anónimos que se pueden ¿leer? en las noticias de los periódicos
digitales. Y en los más variados tuits anónimos y no tan anónimos.
Lo de a día (o en el
día) de hoy, de mañana, de ayer o del fin del mundo es de las expresiones más
plastas que se han puesto de moda ahora junto con la desaparición de actos, celebraciones, conciertos, congresos, simposios, conferencias, exposiciones, etc., cuando a alguna mente pensante se le ocurrió que "evento" sonaba vaya usted a saber a qué. Y ya solo hay eventos. Que vale, que es correcto, que está bien, pero... ¡qué fatiga!
evento.
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Pero es la jerga política es la que más
abusa de repeticiones, eufemismos y circunloquios porque su
naturaleza, elaboración y exposición es ser eso precisamente: un larguísimo
rodeo lleno de frases manidas, consignas y contenido escaso, por no decir nulo.
Eso, o el arte de decir una cosa hoy y la contraria mañana, o llamarse cabrón con pintas en el lomo con la
ironía más facilona y sin una pizca de gracia. Además, lo rematan con errores que demuestran inseguridad como mínimo y, como más triste
señal, ignorancia en un personal elegido por los demás y que tiene
supuestamente la capacidad de llevar el gobierno de un país o aspira a
llevarlo.
Dan igual
los colores, el paño es el mismo.
Los peperos jamás se
han quitado la naftalina en el contenido y la expresión de sus mensajes, ni los más rancios de la vieja escuela ni los anodinos cachorros que han sacado ahora. Y para más inri, caen en la misma trampa
o se contagian de los adversarios, que el cansino lenguaje políticamente correcto —más de tendencia progre de salón— se les ha pegado como una lapa. Lo de que
ahora tengamos género en vez de sexo puede conmigo. Pero este tema es mi kryptonita
y hace mucho calor, así que paso de sofocarme más.
El caso es que el señor
presidente actual es un devoto usuario de ese "conjunto de la sociedad,
del mundo, de los españoles (y las españolas)" en el que se ha
convertido todo. También del venenoso adequeísmo reinante con ese "estoy
convencido que" o "estoy seguro que". Pero todos pecan de este
hiriente error. El dequeísmo también tiene sus adeptos politiqueros, por supuesto. La cuestión es que nadie los corrige o ellos no aprenden ni tienen
interés por hacerlo, que es lo peor.
Y los rojeras más o
menos zurdos y exaltados, con coletas o guaperas de sosería supina, se han
vuelto de un cursi que tira para atrás, hablando como si masticaran las
palabras. Todo medido al milímetro y apoyado con la
mirada intensa, incisiva, directa al interlocutor y con tono de te lo
digo de verdad, desde el fondo de mi corazón, no hay más argumento del mío, no
le des más vueltas que como en casa de uno ¡en ningún sitio!, por citar a mi
paisano José Mota.
Pedro Sánchez, guapo de atragantarse, me enternece
cuando pone esa mirada que quiere concentrar el universo entero, y me
conmovió el día que se desmelenó usando aquel "coño” tan suave como todo
su ser en aquellas preguntas retóricas de reproche dirigidas a Rajoy.
Y los que me apasionan
son Pablo Iglesias y Albert Rivera. Primero porque son dos picos de oro
jóvenes sobradamente preparados, y segundo porque no pueden ser más cursis.
Pero todos se parecen
porque comparten el tono engolado, lo mismo en diálogos memorables, como el de
Rivera hace unas semanas en El hormiguero cuando Pablete Motos le preguntó, más
directo imposible y con más mala leche imposible también, si era de izquierdas
o de derechas y él soltó una perla maravillosa: "A ver, pero pregúntame
cosas concretas que yo te contesto". Glorioso. Y también en mítines de
consignas y mensajes que estremecerían a la momia de Lenin, pero
que estremecen más por esa cursilería, ese hablar ex cátedra que destilan. En eso los trasnochados de Podemos son maestros.
Y si nos ponemos con los acólitos de cada cual, con sus lapsus y subconscientes metepatas, nos dan las uvas.
Los saqueadores manchegos
La miembra
En fin, que casi va a ser por eso que nunca he votado a ninguno.
Bueno, en realidad, no soy nadie en particular para pontificar sobre este tema, que doctores tiene la Iglesia y yo estoy muy lejos hasta de ser monaguillo, solo escribo una opinión personal e intransferible.
Cuando empecé a moverme por Internet, con toda la ilusión por un medio tan exclusivo de la palabra escrita (la comunicación más cómoda para mi carácter más mío, tranquilo y solitario), pensé con cierta ingenuidad que estaría en mi salsa y daría con más gente que sabe escribir o expresarse más o menos correctamente. Por supuesto que he dado con ella y con sitios donde la corrección lingüística y el cuidado en la redacción es un hecho natural de buena educación recibida y mejorada. Mi caso fue ese, que aprendí bien en aquella ahora denostada Educación General Básica. Luego creces y vas mejorando y no dejas de aprender, o inconscientemente retienes lo que ves, mucho más cuando te gusta leer y escribir.
Bueno, en realidad, no soy nadie en particular para pontificar sobre este tema, que doctores tiene la Iglesia y yo estoy muy lejos hasta de ser monaguillo, solo escribo una opinión personal e intransferible.
Cuando empecé a moverme por Internet, con toda la ilusión por un medio tan exclusivo de la palabra escrita (la comunicación más cómoda para mi carácter más mío, tranquilo y solitario), pensé con cierta ingenuidad que estaría en mi salsa y daría con más gente que sabe escribir o expresarse más o menos correctamente. Por supuesto que he dado con ella y con sitios donde la corrección lingüística y el cuidado en la redacción es un hecho natural de buena educación recibida y mejorada. Mi caso fue ese, que aprendí bien en aquella ahora denostada Educación General Básica. Luego creces y vas mejorando y no dejas de aprender, o inconscientemente retienes lo que ves, mucho más cuando te gusta leer y escribir.
Pero mi sentimiento general no es tal, y el tiempo viendo que la cosa no mejora o parece estancada me lo acrecienta más. El colmo es que a veces has corregido a alguien porque te ha saltado un ojo por un "a hecho" o algo parecido, y casi te han querido rajar el cuello después de insultarte. Luego te consuelas pensando que es el patio general el que está así.
No soy pureta, me
gusta ver que el lenguaje evoluciona, que se crean nuevas palabras, se adaptan
y se adoptan. Eso sí, con el abuso de anglicismos tampoco puedo. Además, suelen denotar la pedantería más completa
cuando se desconoce el inglés, y con
más delito cuando es el idioma propio el que no se conoce.
Lo que sí que soy, o
me siento o me estoy volviendo (será la edad), es algo intolerante con el
asunto, primero hacia mí misma y luego hacia los demás.
Por eso, aunque no
debería porque (qué le voy a hacer) sé poner esas comas, esas tildes, esos
puntos, esos guiones y más rollo patatero que conforman uno de los idiomas más
bellos del mundo, pido perdón por la brasa que doy
de vez en cuando al respecto. Pero a veces es frustrante ver esos vocativos sin
sus comas, o ese imperativo formado con el infinitivo, o ese funesto adequeísmo.
Y son errores “menores” y soy condescendiente con ellos por los distintos contextos en los que se dan. Incluso los cometo en el uso coloquial
(¿quién pone ese signo de interrogación introductorio en SMS, cuando wuasapea y
en demás comunicación virtual inmediata?). Pero a la hora de redactar en
condiciones, no se debe olvidar y eso está pasando.
Talmente de acuerdo, Mariola y perdona por lo de "Talmente", jajajajajajajajaja
ResponderEliminarJe, je, je, el contexto queda más que claro 😎👍🏻.
ResponderEliminarMe encantan tus "fichas" sobre errores gramaticales. No dejo de leer ninguno... y me examino, interiormente, para ver si me reflejo o no.
ResponderEliminarYo tp pongo el interrogante inicial en los wapp, pero no se me ocurriría omitirlo en un correo.
No dejes de hacerlo, plis!!!
No lo dejaré. Gracias por tu comentario.
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