Tony Hadley en Las Ventas — 3 de noviembre de 2023

 


Hace mucho mucho mucho tiempo se hacía música con músicos que tocaban instrumentos y cantantes que cantaban de verdad. Anoche regresé a él y, como suele sucederme, me puede la nostalgia más absoluta de una época que, en ese universo musical, fue única e irrepetible.

Lo que más vértigo da es que falta muy poco para que se cumplan 40 años de esa primera vez que escuché a los Spandau Ballet con esa voz de Tony Hadley al frente. Y se remata la faena con que ha sido el primer concierto al que he ido después de esa pandemia tremebunda que pasamos. Así que lo de la pasada noche fue una doble pirueta mortal sin red en ese vacío temporal.

Ha sido el tercer concierto, pero el primero con Hadley en su carrera en solitario después de largar amarras definitivamente de Spandau Ballet tras la última visita en 2015. Y, por supuesto, no decepcionó porque el alma de Spandau era su voz y también se ha forjado otra buena trayectoria que lo sigue llevando por el mundo y llenando salas de un público que también lo llevamos en el corazón. Allí se quedó en nuestra adolescencia, que es cuando se ama de verdad y para siempre, salvo catástrofe imprevista.

Espectacular —y también estupenda idea— el recinto cubierto instalado en el albero de la monumental e histórica plaza de Las Ventas madrileña para conciertos y espectáculos. Con el aforo justo para albergar a muchísimo personal que, en fin, no cumplíamos los 50 ya, pero que lo dimos todo al volver a los 15, 16, 17 y 18. Y porque Tony también nos lo dio con su habitual chorro de voz y esa elegancia única de gentleman londinense que destila desde también esos veintipocos años de cuando lo conocimos. La moda y peinados ochenteros pudieron hacer más o menos estragos, pero las buenas voces no se alteran y la de Tony sigue ahí, con sus 63 junios estupendamente llevados.

No faltaron los grandes éxitos —no reniega en absoluto de canciones que han marcado a una generación— y temas de sus últimos trabajos que también rezuman calidad. Y no faltó tampoco esa complicidad y sincero agradecimiento que también demuestra por que sigamos todos ahí después de tanto tiempo y —como dijo— hayamos crecido juntos.

Además, la banda de músicos que lleva es más que buena y cumplieron de sobra con las expectativas. No eché de menos a los Kemp, aunque sí un poco a Steve Norman y su saxo, al que adoraba también en mis mocedades.


El caso es que la hora y media larga que duró el concierto se nos pasó más que volando entre Only when you leave, Highly strung, I'll fly for you, Through the barricades, Round and round, True o sus temas en solitarios como Because of you. Pero también tuvimos homenaje a Queen y, por supuesto, al final y como último bis, ese Gold de colofón perfecto a otra de esas noches inolvidables, que lo son todavía más por la compañía de las mejores amistades. Gracias, Nuria, Maricarmen y Maricruz. El colmo más que colmo habría sido que también hubieran sido las amistades de los 80. Quién sabe si a la próxima...

Me daban más de las 2 de la mañana revisando vídeos y fotos. Terminó venciéndome el sueño con una conclusión, o quizás un deseo: que ojalá las nuevas generaciones con sus nuevos ídolos y estilos de música también los sigan admirando y disfrutando dentro de 40 años, y tanto como nosotros a Tony Hadley.

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