INVISIBLE TOUCH - 30 años de un disco inolvidable

Este artículo está dedicado a mis amigas de adolescencia y, en especial, a Mari Jose Santos. Los malos momentos que nos trae la vida siempre pueden combatirse con los buenos. El señor Phil Collins es uno de los mejores que compartimos.

Phil Collins vuelve. No está muerto todavía, como dice en la frase escogida de su autobiografía recién publicada.

Estos últimos años no los ha tenido muy buenos. Divorcio, alcohol, nueva boda otra vez, problemas físicos de oído, de espalda... Mucha tralla y sesenta y cinco eneros, que también son. Hace nada, una caída y la cara señalada. Aparecía con muletas para anunciar esos nuevos conciertos. En fin, un cúmulo de contratiempos, así que ya lo estaban enterrando.

Pero no. Ahí sigue y el año que viene unos cuantos afortunados podrán verlo en directo si es que no tiene más tropiezos. Esperemos que todo vaya bien.

Collins volverá a cantar, aunque su voz ya no es la misma y tampoco puede tocar la batería. Por fortuna, los genes han funcionado perfectamente y su hijo Nicholas ha tomado un estupendo relevo. Así que alegrándome un montón por la noticia, me pongo a recordar. Primero, que ya tuve la suerte de verlo hace la friolera de veintidós años. Y segundo, que de pronto me veo ajustando también la cuenta de los treinta que ha cumplido este disco de 1986, cuando estuvo con Genesis.



Fue líder del emblemático grupo desde 1976 a 1996 y este Invisible Touch posiblemente sea el mejor y más exitoso de todos. Y mira que hicieron discos buenos. Pues así, de pronto, le han pasado tres décadas. Yo lo tengo en ese vinilo, en CD, en casete, en mp3... Y ahora en este maravilloso universo virtual de internet donde uno puede pasarse la vida viendo y escuchando todos los discos y conciertos del mundo.

Así que le he estado dando un repaso. En mi memoria, intactas, todas las melodías y letras. Las aprendí a fuerza de cantarlas, y de paso hacía pronunciación de la lengua sajona, que también la estaba aprendiendo entonces. 

Es lo que tiene la buena música, que no la olvidas y el tiempo no pasa por ella. Sí por todos nosotros, por Collins, Rutherford y Banks, pero no por su sonido ni por su capacidad de transmitir sentimientos y producir emoción.

Pero lo mejor es eso, escuchar y no leer tanta letra mía.

Así es que, si es que existe -que existirá- un ser vivo o de este planeta que nunca haya oído alguna de estas canciones, que se ponga las pilas. Para los que llevamos estos treinta años en la brecha de Genesis, y somos de la era Collins, simplemente borrad el tiempo y seguid disfrutando. Y que conste que el último disco de la banda, Calling all stations (1997), también me gustó mucho, así como el magnífico cantante que se agenciaron tras la marcha de Collins. Ray Wilson es una voz muy buena y personal de la que hablaré en otro rato.

Pues venga, allá va. Abrid los oídos.











Comentarios

  1. Almíbar, ese en el que zambullen los melocotones. Ese que se bebe de la lata y que tiene un sabor ligeramente metálico. Ese es el sabor con el que relaciono la voz de Phil Collins. La gente suele relacionar la música con estados de ánimo o recuerdos. A mí, a veces, me recuerda a otras cosas.
    No conozco muy bien la discografía de Génesis o de Phil Collins, pero todo lo que he escuchado de él me gusta. Tiene fama de hombre orquesta, de los que se graba los discos él solito y no le hace falta contratar ni ingenieros de sonido. Debía de haberse dosificado un poco. Da pena que esta voz tan particular no se siga escuchando. De todas formas, como a mí me recuerda al almíbar de los melocotones, prefiero títulos como One more night, Do you remember, Against all odds o Separate lives, aunque las "moviditas" son muy buenas. Y por supuesto, y sin ánimo de llevarte la contraria, "Invisible touch" es un pedazo de disco. Treinta años ¡qué cifra tan bonita!.
    Por cierto, no me gustan los melocotones en almíbar con nata.
    Besos.

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    1. Pero bueno, te voy a fichar para crítico musical pero ya. ¡Pedazo de glosa para el grandísimo Phil Collins! No me puedes llevar la contraria en absoluto en este tema, bueno, de hecho me parece que nos llevamos la contraria en MUY pocos temas. Y le tengo un artículo pendiente a Collins en solitario y esas canciones tan maravillosas que ya no se han hecho ni se van a hacer. Bueno, le escribí ese que pongo en AL, pero le debo uno por aquí, aunque será imposible recopilar tantas y tantas buenísimas canciones.
      Y a mí me encantan los melocotones, en almíbar, sin almíbar, en mermelada y como sean.

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  2. No llevarse la contraria es aburrido. Hay que discutir. En esa asignatura progreso adecuadamente, he tenido una buena maestra.
    Como ya te he dicho no conozco mucho la vida de este gran artista, pero creo que en lo personal es un poco turbulenta. Una vez leí que necesitaba medicarse para poder cantar, su garganta no soportaba un concierto entero. Tiene que ser un drama saber que eres muy bueno en algo y no poder hacerlo.
    Fresas sin nata y sin azúcar, y si es posible no muy maduras, ácidas.

    Un abrazo.

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