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1987. La banda sonora de un año muy especial.

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He empezado el mes de mayo algo nostálgica.  De vez en cuando se echa la vista atrás y pasan tres cosas: una, que suspiras porque puedes hacerlo; dos, que das gracias porque puedes recordar. Y tres, que ojalá puedas seguir haciéndolo en otros 30 años, tanto suspirar como recordar. En mayo de 1987 me quedaban dos meses para los 17 años. O sea, plena adolescencia, donde hay y te pasan demasiadas cosas, quizás porque estás empezando a descubrirlas. Unos lo hacen antes y otros después. Y hay quien nunca lo hace. A mí me tocó entonces. No fui ni una pavisosa, ni tuve mucho pavo (o el justo), pero sí empecé a pelar la pava. Y, claro, pelando la pava una se enamora por primera vez. Y ya se sabe que como la primera vez no hay ninguna.  Pero esa es otra historia demasiado larga -y ya escrita en su momento-, que se queda para mis herederos. O que novelaré algún día. Hoy solo me iré a la banda sonora que envolvió esa adolescencia. Hubo para todos los gustos, y ahora, cua...

De edad, trabajo y corazones

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No quería escribir el primer artículo del año sobre esto, pero me seguía rondando por la cabeza. Y normalmente es mejor deshacerse de ese runrún. Vuelvo a enlazar en cierta forma con mi naturaleza de cardo setero común manchego. Pero esta vez los protagonistas no son los "caris" que me perseguían por Ikea. Son unos derivados: los "corazones". Y no sé qué es peor. Es decir, sí lo sé cuando los contextos son diferentes. Y si de por medio aparecen temas tan de uno como la edad y las circunstancias, te puedes esperar cualquier cosa. Situémonos.  Madrid. Finales de diciembre pasado. Búsqueda de mejora de mi situación profesional porque no anda nada fina.  De nuevo moviendo CV, trabajo en la red ( el famoso networking   para los amantes de los anglicismos, que esos también son para echarles de comer aparte), preguntando aquí y allí, recabando información. Me llaman desde un sitio de formación de personal para hoteles: recepcionistas, camareras de pi...

DE TONTERÍAS, AGUANTES, DUDAS O CERTEZAS... ME ESTARÉ HACIENDO MAYOR

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De hecho, es lo que (afortunadamente) va pasando y una primera señal sea esta incómoda sensación de tener cada vez menos aguante para la tontería, pero debería ser al revés. De la mía propia, con consciencia o no de ella, soy absolutamente responsable y procuro combatirla. Si no sé algo, me callo o digo lo justo, aunque seguro que a veces meto la pata. Pero creo que mi umbral de aguante para  tontería ajena cada día es más bajo. Y mira que me esfuerzo por ir a lo mío. Ya lo contaba un poco aquí . Ahora también se me alza la ceja o resoplo sin pudor por el enésimo empaquetamiento en el tren de vuelta del trabajo, o por cómo es posible que el tío delante en el cajero se eternice haciendo gestiones y yo tardo medio minuto con las mías. Lo mismo en la carnicería, pescadería y demás. Luego hay otras razones. En mi repaso diario a la prensa digital matutina llego a esto: Prohibidos los "alumnos" y los "andaluces" en las escuelas de la...